¿Por qué una Maestría en Divinidad? – Por Martín Kim



Pareciera ser un evento lejano y reciente a la vez en mi experiencia, un día de agosto del 2017, estábamos junto a mi esposa empacando bolsos. Habíamos decidido adentrarnos en un viaje a los Estados Unidos que duraría al menos 3 años, el tiempo que duraría una maestría en divinidad. Entre el dolor de tener que partir lejos de nuestra Argentina, de amigos y familiares, y la emoción de empezar una etapa de formación teológica a nivel maestría, nos involucrábamos embargados con una mezcla de sensaciones de ansiedad relacionada la incertidumbre acoplada a años de estudio y sacrificio financiero en los Estados Unidos. A eso sumar el sacrificio de mi esposa de dejar su profesión durante el tiempo en el extranjero. Sin embargo, en mi percepción y juicio, la maestría en divinidades lo valía.
Algunas personas me preguntaron si no había alternativas de estudio en Argentina; otros, con escepticismo consideraron con recelo la idea de que alguien se veía obligado a estudiar en el extranjero habiendo tantas alternativas de formación teológicas en el país. Mi respuesta era sido simple y contundente: “no existe hoy por hoy una maestría teológica en Argentina que esté fuertemente arraigada en los idiomas originales de las escrituras y que su énfasis no se vaya por las tangentes liberales, pero sí las hay, y muchas opciones, en los Estados Unidos”.
Al llegar al Gordon-Conwell Theological Seminary, ubicado en Hamilton, Massachusetts, a unos 30 minutos de la ciudad de Boston, me encontré con un ambiente permeado por una mezcla interesante. Todos los estudiantes eran profesionales, graduados de diversas carreras universitarias; todos tenían un gran corazón por servir al Señor, y todos sentían un gran deseo de formarse al máximo nivel teológico para ello. En este lugar lo rápido, conveniente y fácil en cuestión de formación no era concebido como una idea viable para el ministerio. Esto impactó mi sentido de deber y mis paradigmas de preparación ministerial.
La maestría en divinidad (MDiv, “Master of Divinity” por sus siglas en inglés) es considerado como la base para el pastorado en los Estados Unidos. Lo que implica que, si uno quiere ejercer el ministerio pastoral o misionero, las iglesias pedirán como mínimo un nivel de maestría teológica. Obviamente hay excepciones, pero la mayoría de las grandes denominaciones tradicionales con un fuerte énfasis en la preparación teológica requieren del MDiv. Por lo tanto, todos los seminarios de posgrado a lo largo de este país ofrecen este programa cuya duración es aproximadamente de 3 a 4 años. Como requisito, el estudiante debe tener un título universitario y un llamado al ministerio. Consecuentemente, esto implica que todo ministro, sea tanto pastor, evangelista, misionero, y hasta líder laico tiene un nivel educativo universitario como base y de maestría como preparación a nivel de posgrado.
Las preguntas que obviamente muchos harán al respecto son: en primer lugar, ¿Qué es y qué ofrece una maestría en divinidades? y la que sigue, ¿Por qué una nueva institución teológica habiendo tantas en el país?
En respuesta a la primera pregunta, el MDiv. es una maestría diseñada para la formación teológica y bíblica general para todo ministro a tiempo completo o laico con visión ministerial a nivel de maestría. Esto significa que todo aquel aspirante al MDIV debe tener como requisito una formación universitaria finalizada. Y, por lo tanto, el nivel de rigurosidad de estudio y de erudición debe ajustarse acorde al nivel de posgrado.
También, el MDIV se caracteriza por tener un enfoque de investigación personal. Esto significa que, una vez formadas las bases para darse a la investigación, sea tanto en idiomas bíblicos (griego koiné y hebreo antiguo), como de las materias teológicas y de los criterios de estudios contextuales, el estudiante será desafiado a desarrollar sus propias trabajos exegéticos y monográficos como instancias de evaluación, reemplazando en la mayoría de los casos a los habituales exámenes a los que estamos acostumbrados. Por lo tanto, todo estudiante desarrollará a lo largo de la maestría la habilidad de elaborar sus propios escritos investigativos y ponencias; este proceso fomenta la formación de un ser pensante crítico que ha examinado, escrudiñado, cotejado, asesorado, y ha atribuido significado a los aspectos teóricos y a las bases subyacentes a los principios vertidos en sus proposiciones a través de la investigación.
Por último, el MDIV tiene como objetivo la formación de líderes que no solo piensan sino hacen. Por este motivo, el programa está diseñado en 3 diferentes ramas: Estudios Bíblicos (idiomas, introducciones al Nuevo y Antiguo Testamento, exégesis y hermenéutica), Pensamiento cristiano (teología e historia), y teología práctica (liderazgo, educación, prédica y consejería). A su vez, se requiere que el alumno esté involucrado en algún tipo de práctica pastoral bajo la supervisión de personas sabias.
En resumen, el MDiv es un programa integral que ayuda al estudiante a prepararse con la mayor exigencia académica a tener una base sólida en lo teológico, bíblico y en las diferentes cuestiones prácticas concernientes al liderazgo de la iglesia de Dios.
En segundo lugar, como respuesta a la pregunta: ¿por qué una nueva institución teológica habiendo tantas en el país? contesto haciendo mención a la experiencia personal. La pregunta que siempre tuve antes y luego de partir de mi querida Argentina fue “¿Por qué no hay una maestría en divinidad en nuestro país que se adhiere y conserve las bases cristianas tradicionales?” La realidad es que cada materia del MDiv en el Gordon-Conwell Theological Seminary (GCTS) fue una delicia de profundidad teológica, y cada profesor un modelo de cristiano a seguir, que lejos de nublarse por su erudición académica (todos tienen al menos un doctorado), integran teología y espiritualidad viviendo una vida admirable. Varios de ellos son reconocidos a nivel internacional por sus libros y comentarios bíblicos. Lo notable es que el GCTS y sus profesores jamás han cedido ante las olas liberales en materia teológica.
Ante el avance de las olas seculares en los seminarios más prestigiosos de EEUU, la Escuela de Divinidad de la Universidad de Harvard es un gran ejemplo de ello, es claro que los seminarios argentinos no iban a ser la excepción y no lo fueron. Actualmente cuesta encontrar una institución académica a nivel de maestría que ofrezca un programa teológico asentado en las bases de la inerrancia (la ausencia de errores o de fallas en las Sagradas Escrituras, las que, al ser inspiradas por Dios mismo, siempre dicen la verdad, y no se equivocan) de la Palabra de Dios.
Además, la realidad es que, en el ámbito evangélico de nuestro país, hay una constante necesidad de una buena formación teológica. Esto se ve reflejado en la continua búsqueda de los líderes cristianos en algún tipo de educación. En su mayoría, al disponer de poco tiempo por motivos laborarles, se adentran en cursos de corto plazo o a distancia. Pero al no tener un compromiso a largo plazo y dedicación plena a la práctica de las breves enseñanzas, los líderes terminan por simplemente quedar varados en lo mismo.
Por tal motivo, luego de experimentar el robusto nivel académico de una preparación teológica con bases profundas en los idiomas originales y en la tradición cristiana de la inerrancia, uno entiende que sí existe una necesidad de formación, y que es urgente. La formación teológica hace que uno vea hacia atrás y note todos los errores hermenéuticos y contextuales de previas prédicas, estudios bíblicos o simplemente de las propias viejas interpretaciones. No solo eso, sino que abre la mente para ser un ministro sabio, que no cierra la Palabra de Dios en casilleros de interpretación cultural y no se deja llevar por las corrientes actuales (Romanos 12:2). La formación nos ayuda a ser críticos y no simplemente influenciarnos por el razonamiento moderno deísta, como lo han hecho muchos “cristianos” eruditos rechazando la veracidad de la Palabra con argumentos basados en metodologías de la investigación no contextualizadas y sin escudriñar en profundidad las escrituras en su idioma original.
Hoy en día, el joven cristiano ya lejos de este paradigma malinterpretado y descontextualizado que decía que "la letra mata". El joven que busca ser fiel al camino de Cristo busca letrarse como el apóstol Pablo y saber de lo que habla si alguna vez es invitado al púlpito o liderar un estudio bíblico. Tal vez, aludiendo al ejemplo de Jesús, el desafío al cual hemos hecho caso y aceptado es semejante al proceso que animó al mercader joyero que un día, al toparse con una perla de gran precio, vendió todo lo que tenía para recaudar lo necesario para comprarla, y atesorarla como el fruto de su mejor búsqueda (Mateo 13:45-46). Tal vez, este ejemplo es análogo al precio a pagar para conseguir algo de valor en materia de preparación teológica en nuestro país.
Hoy, gracias al esfuerzo de muchos líderes y eruditos cristianos de diferentes denominaciones y entidades evangélicas, y, sobre todo, gracias a nuestro Dios que los ha guiado hasta ahora, se fundó la Facultad de Teología Integral de Buenos Aires (FTIBA).
Estos hombres y mujeres se han juntado bajo el mismo sentir de la necesidad de formar a la Argentina para Dios a un nivel de excelencia teológica sin despreciar el fundamento de la Palabra. Es por eso que esta institución se ha asentado con el propósito principal de generar lo mejor de cada ministro, dándole todas las herramientas requeridas para una sabia y correcta hermenéutica de la Palabra.
El programa de MDiv ofrecido por FTIBA se asimila a los más rigurosos provistos en los EEUU, Asia y Europa, incluyendo profesores internacionales (muchos de ellos actuales profesores de GCTS) y locales que al menos tienen como base un Doctorado teológico (PhD) o dos maestrías teológicas (MDiv y ThM, “Theological Masters”). A su vez, están aquellos profesores que tienen no años sino décadas dedicadas al liderazgo ministerial, brindando no solo conocimiento bíblico-teológico sino experiencia y mentoreo espiritual para cada estudiante. Los líderes de FTIBA han diseñado minuciosamente un programa integral para que todo aquel que se atreva a estudiar, pueda tener todas las herramientas para ser un siervo fiel a nuestro Señor Jesucristo.
A casi ya 4 años de esa aventura de ir al exterior, y planeando la vuelta a mi país natal, veo como un equipo integrado por hombres fieles al llamado y formados con todas las herramientas, el Dr. Pablo Polischuk, Dr. Pablo Ra, el pastor Mario Bloise (director de CRU y la Red de Sembradores), el pastor Pedro Kwon y el Dr. Arturo Kim, siguen trabajando arduamente junto a otros pastores y profesores locales e internacionales para mantener este sueño que ya comenzó con el primer cohorte de alumnos en Febrero de 2020. Sé que al volver ya no será necesario experimentar el dolor de tener que irse lejos, sino que localmente se podrá acceder a lo mejor.
Hoy soy testigo del plan de Dios para restaurar y contribuir a la formación teológica en la Argentina. Luego de ver el potencial y la humildad que da el estudio fiel de la Palabra de Dios, hoy creo firmemente que el MDiv no solo resultará en conocimiento sino disciplina para seguir el camino del liderazgo con fidelidad a Su Palabra.
Es mi deseo, que podamos ver hombres y mujeres argentinos que se atrevan a responder como el profeta Isaías al oír el llamado de Dios, “¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?”. Dios permita que veamos a muchos más que se atrevan a ser mensajeros fieles y temerosos de su Palabra y que responden: “Heme aquí; envíame a mí.” (Isaías 6:8 LBLA)

©Ftiba

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